Miguel Abellán cuajó la mejor faena de la feria taurina

Miguel Abellán cuajó la mejor faena de la feria taurina

La feria taurina 2006 de Manzanares se saldó con cuatro puertas grandes, las de Pepín Liria y César Jiménez el sábado, y las del rejoneador Álvaro Montes y el torero Luis Miguel Vázquez el domingo. Sin embargo, lo mejor de la feria lo hizo Miguel Abellán. Cuajó una estilosa y variada faena pero falló al matar. También el domingo fue digna de resaltar la labor de Vicente Yestera.

Cultura. Espectáculos
25-07-2006

Como ocurre muchas veces en la vida, no siempre consiguen el triunfo los mejores. Por eso, si nos atenemos a la frialdad de los datos, el resultado de la feria taurina de Manzanares puede ser engañoso, sin desmerecer las puertas grandes logradas por cuatro de los seis actuantes. Mención aparte merece la floja presencia de público en el coso de la Avenida de Andalucía, con algo más de media entrada el primer día y un cuarto el segundo.

La corrida del sábado estuvo marcada por la sustitución del lesionado Sebastián Castella por el torero murciano Pepín Liria, que fiel a su línea y honradez rompió la monotonía de la tarde. Con el primero, el más grande del encierro de La Palmosilla, estuvo decente. Tras algo más de media estocada falló con el descabello y fue premiado con una vuelta al ruedo.

En el cuarto se fue a por todas y lo recibió con una larga cambiada junto al “7”. Con la muleta cuajó los que hasta el momento eran las mejores tandas de la tarde, adornadas con molinetes y trincherazos, y echando las rodillas al albero. Se empleó a fondo y mató de estocada casi entera. Cortó dos orejas y hubo petición de rabo.

Ni a la tercera fue la vencida con Víctor Puerto. Tercer año consecutivo en la feria de Manzanares y tercer fiasco. También contribuyó su lote, que en la línea de la corrida fue flojo. Cuando empezaba a estirarse con su primero fue desarmado. Como el toro dobló tras el puyazo, el manchego de adopción lo llevó alto con la muleta pero no consiguió transmitir a los tendidos, muy críticos con el diestro. Silencio tras dos pinchazos y estocada entera.

Puerto quiso seguir la estela de Pepín Liria y propinó dos largas cambiadas al quinto. De nuevo, cuando empezaba a entusiasmar, perdió el capote. Y con la muleta, ídem, tras caer el toro. Huyó de los comentarios de sombra y buscó al complaciente tendido de sol. Consiguió robar varias tandas por ambos pitones a un toro sin recorrido y mató con menos de media estocada y descabello. El presidente “ferió” al torero con una oreja muy protestada, por lo que no dio la vuelta al ruedo.

César Jiménez no pasó de unos tímidos aplausos tras matar al tercero de la tarde, un toro con síntomas de mansedumbre y al que llevó mejor con la mano derecha. Mató de estocada casi entera, algo tendida. Con el que cerró plaza se unió al festival de orejas de la segunda mitad del festejo y no quiso dejar en un espejismo su triunfo en Valencia veinticuatro horas antes. Lo toreó bien de capa y con la muleta, tras descalzarse, se situó en la cara del toro y pisó terrenos casi imposibles para robar muletazos. Aunque mató bien tras un pinchazo, la generosidad del palco le abrió la puerta grande con dos orejas.

Entretenida corrida mixta el domingo

Sin la algarabía en los tendidos del día anterior, el domingo asistimos a una entretenida corrida mixta con la que el público quedó más contento. Abrió plaza el rejoneador jiennense Álvaro Montes. Aunque paró bien al fuerte ejemplar de “Martín Lorca”, no estuvo certero con los primeros rejones y banderillas, pero lo compensó con su doma de alta escuela, con cites a caballo rampante, en giros y saltos. Al quiebro necesitó varios intentos hasta ser ovacionado, repitiendo aplausos con las banderillas al violín. Mató de un rejonazo rápido y certero que le valieron directamente la puerta grande con dos generosas orejas.

Con su segundo toro estuvo mejor y certero. Arriesgó con las banderillas al quiebro e hizo bailar a sus caballos para provocar la embestida. Se animó con los palos cortos y después mató de rejón algo ladeado que precisó descabello. Pie a tierra, Montes acertó al cuarto intento y perdió los trofeos, pero no la merecida vuelta al ruedo.

Miguel Abellán, que cambió el oro por el azabache, tardó en hacerse con el primero de su lote, un colorado ojo de perdiz bizco y huidizo. En el tercio de banderillas se lució el manzanareño Vicente Yestera, que al son de su pasodoble puso dos magníficos pares tras los que tuvo que desmonterarse. Con la franela, Abellán toreó al natural y suplió el poco recorrido del toro con alardes artísticos. Mató tras un pinchazo y cortó una oreja.

No hay quinto malo y el madrileño, que este año tocó pelo en Las Ventas, hizo su mejor faena en lo que va de temporada, según reconoció después. Saludó al toro con una larga cambiada tras la que se estiró y remató con una gran media verónica. De nuevo el tercio de banderillas resultó muy lucido, con Yestera en perfectas labores de brega y con El Chano demostrando su buen hacer con los rehiletes. Abellán vio posibilidades de triunfo y le brindó el toro al subalterno manzanareño. Le dio distancias al astado de “Martín Lorca” y dejó, por ambos pitones, los pases con más clases de la feria, rematados con una tanda final de manoletinas que culminó con un pase de desprecio y otro de pecho. Tras estocada casi entera y desprendida mató al toro tras siete descabellos y un aviso que le hicieron perder los trofeos. En la vuelta al ruedo fue muy aplaudido.

Quien tampoco defraudó fue el daimieleño Luis Miguel Vázquez. Sus ganas le hicieron estar muy por encima del lote. Capeó bien al tercero y estuvo artístico. La faena de muleta la inició en los medios y arrancó los primeros olés de peso de la tarde. El toro fue mejor por el pitón derecho mientras tuvo fuerza. Pinchazo y estocada entera con las que cortó la primera oreja.

Ya con luz artificial, con el último de la feria, otro ojo de perdiz bizco, el manchego se dio un arrimón. Primero se gustó al capote. Félix Jesús Rodríguez puso un formidable tercer par y dio paso a una faena que Vázquez brindó al empresario Manolo Lozano. Midió bien las distancias y los tiempos para arañar uno y otro pase al flojo toro e hilvanar una faena que remató de gran estocada que llenó los tendidos de pañuelos. Otra oreja que le abrió una deseada puerta grande que, esperemos, sirva para abrir la puerta de otras plazas.